-Interesante texto de Arturo Jauretche sobre el Sionismo y las Nacionalidades en Argentina. Invitamos a su lectura y analisis.
En el número siguiente de "Horizonte"
(26/12/64) aparece la contestación de Jauretche titulada: "Sin prejuicios,
sin odios, sin rencores:"
Es elemental que siendo la mía una posición
nacional-argentina tiene que chocar con una posición nacional-sionista en los
hijos del país como chocaría con una posición nacional-árabe, etc. en cuanto el
carácter político de esa posición nacional no argentina significaría transferir
el desarrollo de esa posición a nuestro ser nacional. Para mí es elemental que nosotros
sólo podemos ser un país existente como nación en cuanto sus hijos sean
exclusivamente nacionales, es decir, en cuanto no sea posible que desdoblen su
personalidad en dos líneas políticas nacionales que pueden ser coincidentes,
pero que pueden ser opuestas
No es la primera vez que este problema se plantea en
la Argentina y ya a fines de siglo pasado tuvimos las dificultades que creaba
la pretensión de ciertos círculos italianos del exterior de considerar a los
descendientes de los peninsulares como súbditos del país de sus padres.
Precisamente porque sé lo que ha significado la contribución judía en hombre,
en trabajo y en cultura al quehacer nacional es que quiero que deje de ser
judía para ser argentina. Si otro criterio hubiese primado con respecto a otras
colectividades tan respetables y numerosas como las judías, este país no sería
una nación, sino un campamento de colonias extranjeras. Aquello de “todos los
hombros del mundo que quieran habitar el pueblo argentino” está condicionado a
que quieran ser argentinos, plenamente argentinos como hombres y no como
miembros de una colectividad. Importa una doble obligación: para los que ya son
argentinos, la de no crear ninguna dificultad y facilitar la identificación de
los descendientes de los inmigrantes sin hacer cuestión de raza, religión, ni
idioma de los padres; pero importa también la obligación de facilitar la
definitiva y total incorporación de sus hijos a cargo de los inmigrantes. Ya no
hay en el país ítalo-argentinos, ni hispano-argentinos, ni tampoco
vasco-argentinos, como en mi caso. Aspiro a que tampoco haya judeo-argentinos.
Las razones que da el señor Finkelstein son de gran
valor histórico y evidentemente constituyen parte de las dificultades
específicas que hacen más difícil la identificación total de los judíos con el
país que los de los miembros de otras colectividades. Pero el sionismo no
intenta resolverlas porque en él, como es lógico, no pesan las razones
nacionales nuestras sino las razones nacionales sionistas, muy respetables para
los judíos y muy comprensibles para mí como hombre abstracto, pero no como
hombre nacional de esta colectividad argentina formada por descendientes de
españoles, italianos, indígenas, judíos, etc.
Aviados estaríamos aquí si, por ejemplo, en cada
elección política los candidatos, en lugar de plantear los problemas comunes de
los argentinos, plantearan los problemas de cada colectividad, tratando de
ganar los ciudadanos que componen el país, no por las razones nacionales identificantes
nuestras, sino por las razones disgregantes de otro nacionalismo. Y aquí quiero
recordarle que en la última elección presidencial, algo tiene que ver el sector
sionista con la votación que tuvo el General Aramburu, especialmente a través
del Partido Demócrata Progresista, en zonas en donde no hay un demócrata
progresista para muestra. Esto no contribuye a eliminar el problema judío sino
a agravarla, en cuanto un sector de los descendientes de judíos puede aparecer
moviéndose por razones que serán muy nacionales desde el punto de vista
sionista pero que no lo son desde el punto de vista nacional argentino.
Y esto se hace más evidente recordando que por las
aptitudes intelectuales de esa colectividad no es la programática del Gral.
Aramburu la que pudo mover los votos sionistas. Este es un tema que los
expertos en análisis electorales han callado deliberadamente con la hipocresía
habitual con que se trata esta cuestión y a la que ya me he referido en la nota
respectiva. Hubo una consigna nacionalista ahí, que no era la consigna nacional
de los argentinos entre los que están incluidos los judíos
Pero 'Horizonte' además de ser sionista es un
periódico socialista. Para los socialistas, como lo he dicho en ese reportaje,
nada puedo agregar a lo expresado por dos eminentes judíos; Carlos Marx y
Abraham León. Que los sionistas sean socialistas en Israel me parece
completamente lógico, pero que los socialistas sean sionistas en la Argentina
me parece un absurdo. El fundamento de ese sionismo en un socialista no puede
ser racial ni religioso. Y no siendo racial ni religioso, lo encuentro carente
de sentido, cuando postula una doble finalidad fundada sólo en motivaciones
históricas.
Los demás inmigrantes han dejado su historia atrás.
Los judíos tienen la suya documentada en el libro más grande y más antiguo.
Pero italianos, españoles y franceses tienen la suya a la que no se consideran
adscriptos sus descendientes empeñados en la tarea de hacer esta modesta
historia nuestra que recién estamos comenzando. De otra manera y una vez
escindido el país en descendientes de colonias extranjeras, terminaríamos por
hacer de esta Patria una especie de mar polinésico - un amontonamiento de
ghettos en formas de islas - por entre cuyos canales andarían navegando los
últimos gauchos vestidos de vigilantes para impedir las peleas de isla a isla o
para vigilar las transacciones pacificas de ghetto a ghetto. Y nosotros, los
que somos el producto de la cruza de varias nacionalidades, que ha facilitado
el ser una nación y no un agregado de minorías nacionales, carentes de ghetto propio,
seriamos los parias, sin patria y sin isla propia.
Por lo mismo que las razones judías del señor
Finkelstein son valiosas le he tenido que contestar con estos conceptos
elementales a que su posición me lleva y es que la doble nacionalidad no existe
ni es admisible, porque significa la no existencia de nuestro país como nación.
Yo no sé si para los sionistas este planteo implica el 'to be or not to be'. Para
los argentinos, sí. Y por eso me resulta tan dañoso el antisemitismo como el
sionismo en cuanto quieren establecer una diferencia nacional entre los
argentinos. Y como 'Horizonte' expresa a un grupo no religioso del sionismo, le
puedo
sintetizar con comodidad
con un chiste amable que tal vez fuera mal recibido por un creyente: en
cuestión de nacionalidad no se puede tener 'la chancha y los 20'.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario