miércoles, 19 de diciembre de 2012
Revoluciona tu Navidad - Carmen Pardial - Pensamiento NR
Carmen M. Padial para TdE/
Los revolucionarios siempre vamos a la raíz de las cosas, por eso defendemos nuestras raíces, nuestra identidad. Lo somos de manera radical, inconformista, nunca de manera silenciosa, nunca nos quedamos en la conversación del bar, es más, somos enemigos de los habituales del bar. Los revolucionarios no hacemos un uso de los “festivos” para relajarnos y olvidarnos de la revolución que está por hacer, nosotros nos volvemos más revolucionarios, porque cuando unos están en la playa o viendo a su equipo jugar al fútbol, nosotros salimos a trabajar por la revolución.
Ahora toca la Navidad, el sistema manda que por una parte compres y compres, ya que el capitalismo es el parásito que se nos ha instalado en el alma y que nunca está lo suficientemente satisfecho con todo lo que compres, con todo lo que perviertas la esencia de tu identidad. Y por otro lado te manda que perviertas la esencia de estas fechas.
Comprar para olvidar, igual que el que bebe para olvidar, las compras anestesian la conciencia. Lo revolucionario es no comprar, o si compras hazlo en el pequeño comercio, compra en la tienda de tu barrio, compra una cosa, algo pequeño, prueba a hacer tú el regalo para los tuyos, que lo que reciban tenga tu sello, parte de ti, no de tu sueldo. Lo revolucionario es que compres esos libros malditos, que tus libreros y editores tengan una feliz Navidad aunque Gallardón les esté cocinando que las próximas las pasen en la cárcel, ellos pese a todo, seguirán luchando por Principios, por Lealtad. Sé revolucionario, regálate libertad de conciencia y regalasela a los demás.
Lo revolucionario es que sientas lo que regales, pero en el alma, no en la cartera, tu cartera es la que alimenta al sistema ¿lo recuerdas? Que las luces de las calles comerciales no te lo hagan olvidar. Que el papá Noel del escaparate no te nuble la vista y te haga olvidar la esencia de estas fiestas, ese gordo hortera, representativo de una prefabricada “civilización” genocida, imperialista y decadente no tiene derecho a invadirnos, a imponerlos otro día de compras, a ceder más y más de lo nuestro, de nuestra tradición. Ese gordo no puede andar colgado de nuestros balcones evidenciando lo renegados y vendidos que somos.
Las luces, esas que todos pagamos de nuestros bolsillos, para fomentar las compras, mientras miles de españoles duermen en las calles, mientras millones de españoles no tendrán turrón, ni un plato de carne en sus mesas en estas fechas, mientras otros tantos millones sueñan con un trabajo, y si es posible antes de navidad, para no pasarlas en la calle porque el maldito banco les ha puesto la soga al cuello, ¡a toda la familia!. Lo revolucionario, es que te unas a alguna causa social patriota, que compartas tu Navidad. Lo revolucionario es que dones alimentos, un juguete, un cuaderno, unos lápices de colores, un abrigo…Lo revolucionario es que vengas y actúes, que participes, que un poco de ti quede en el recuerdo grato de los que más sufren de tu pueblo. Dedica un día a acompañar a enfermos, ancianos, dona sangre, hazte donante de órganos, regala vida, no un regalito comprado en el Corte Inglés…Lo revolucionario sería poder contar contigo y que otros sepan que pueden contar contigo y que la Navidad existe aun.
Lo revolucionario es defender lo nuestro y que aunque no creas, sepas que lo que se celebra es un Nacimiento, no es el gordo del traje rojo, no es unos días de borracheras y juergas, no son vacaciones vacías. Lo revolucionario es que unas y reúnas a tu familia, insiste en el valor real de estas fechas: LA FAMILIA. Valora cada momento, haced cosas juntos, ojalá lo hiciéramos todo el año eso si que sería más que revolucionario.
Hace unos días, mi hijo mayor, me preguntaba ¿si estás contra el capitalismo y estás fechas lo son del capital, porqué las celebras? Muy sencillo, yo celebro mis raíces, mi raíz católica y mi creencia pagana. Mi pueblo tiene una tradición que creas o no, es la que es, a quien no le guste tan sencillo como ir a trabajar como acto de protesta ya que para ellos no hay nada que celebrar.
Crecí entre belenes, entre villancicos, en la reunión de una gran familia de la cual nacían otras familias y todas numerosas, que nos reuníamos en estas fechas alrededor del hogar, el televisor estaba a la espalda, apagado. Nuestros padres bromeaban, nosotros jugábamos, hacíamos de las nuestras…la Navidad era familia, unión, sentimiento, y tradición. A veces no había regalos, a veces papa había tallado un barco nuevo durante unos días para cada uno de nosotros, a mano, un tesoro. Mama había tejido alguna chaqueta de abrigo, y la abuela había bordado algo. Era Navidad, podíamos llorar ante alguna ausencia, no porque había menos turrón, o regalos más baratos. Los belenes a veces tenían figuras hechas por nosotros en clase, ahora los belenes están proscritos de muchas clases. Ahora no sé que enseñan qué es la Navidad ¿una época de compras compulsivas? ¿Una época de lucecitas y macrofiestas con barra libre?
A mi hijo le expliqué que, porque estoy contra el capitalismo, celebro la Navidad, y tengo mi Belén y mi árbol de Navidad, y hago a mano la postal navideña que envío, o los mails para amigos. Cuando montamos el Belén y adornamos el árbol se cantan villancicos, todos juntos. Mis hijos pequeños reciben reyes magos, no a un señor gordo de rojo con cara de borracho y si lo veo en mi balcón le corto la soga para que se la pegue, por ocupa y ladrón. Porque soy anticapitalista conservo la esencia de estas fechas y respeto su catolicismo y lo trasmito, porque es mi herencia y no reniego de ella y porque no soy una hipócrita que dice no creer pero “celebra”. Porque estoy contra la mercantilización de estas fechas y por creencias, por fe, celebro mi solsticio. No hay incompatibilidad, mi paganismo no está contra mi legado católico, comparten raíces, espacio y tiempos.
Porque estoy contra el empobrecimiento y la corrosión de la espiritualidad de mi pueblo hay un pequeño bastión anticapitalista que resiste e intenta conservar y legar la verdadera esencia de estas fechas a mis hijos y al resto de mi familia en mi casa. Aunque el sistema borre lo que somos, si nosotros no se lo permitimos, jamás podrán lograrlo. Lo revolucionario es ser el guerrero que luche no solo en la política, también en el espíritu, y hasta en el pensamiento. Cada hogar patriota debe ser revolucionario, especialmente en estas fechas, y llevar más allá de los muros de su casa esa revolución, que es exterior e interior.
Un día, esos corazones revolucionarios encenderán la Llama de la revolución social que tanto necesita este pueblo, nuestra civilización y un espíritu tan grande tan grande que ni el capitalismo será capaz de ahogarlo.
Feliz y Revolucionaria Navidad
Feliz y Revolucionario Solsticio
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